MI BLOG DE COCINA

viernes, 20 de agosto de 2010

LO QUE SE HAN DE COMER LOS GUSANOS


Hola:

Si hay por ahí algún “necrofilo” o “necrofago” que no se alegre demasiado porque, a pesar del titular del post, no tengo intención de hablar de cadáveres. Lo mismo digo con respecto a los biólogos, ya que tampoco pienso dar una disertación sobre los “annelida lubricidae”, a la sazón lombrices de tierra. El tema de hoy va sobre algo mucho menos interesante, lo reconozco, pero mucho más pegado a nuestra realidad cotidiana: “La Corrupción asociada a la Política”.


El titular, que me ha parecido que iba como añillo al dedo, parte de la definición oficial de la palabra “corromper” que da el diccionario de la R.A.E. y que en su acepción principal dice “Echar a perder, depravar, dañar, pudrir” (de ahí viene que se diga que los cadáveres se corrompen cuando se pudren).

La Política, que a mi me parece una de las profesiones más nobles, se ve asociada bastante a menudo con “El Poder” y ahí empieza el problema, como ya enunció, hace 120 años, Lord Acton, con su famosa máxima “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. 


La corrupción es un fenómeno moderno (no hace falta más que leer un poco de historia para darse cuenta que se remonta al inicio de los tiempos) ni mucho menos un fenómeno exclusivo de nuestro país (por ahí no atan los perros con longanizas precisamente) pero si que es cierto que en los últimos tiempos los continuos asuntos turbios que están saliendo a la luz, afectando a nuestros políticos, están generando mucha alarma social y también mucha indignación y repulsa.


Tampoco la corrupción tiene color político, o sea que no es de derechas ni de izquierdas, ya que “El Dinero”, que es la tercera pata de esta silla, no sabe de ideologías. Sin embargo, ya sea porque tradicionalmente “las derechas” han sido soportadas por las clases pudientes, ya sea porque se supone un plus de idealismo a los políticos de izquierdas, parece que los escándalos han golpeado con más fuerza a los partidos conservadores. No hay más que echar un vistazo a las hemerotecas para certificar esta afirmación, que por otra parte, no quiere prejuzgar nada sino dar fe de un hecho.

Nuestras leyes, tanto la que gobierna la gestión y financiación de los partidos políticos, como las que controlan las contrataciones realizadas por los organismos públicos así como las que regulan las compatibilidades entre el desempeño público y el ámbito privado no están siendo muy afortunadas a la hora de controlar esta situación. No nos olvidemos que “la letra con sangre entra” y de que “el miedo guarda la viña” así que una buena normativa ayudará a que las tentaciones sean más soportables y, por lo tanto, disminuirá la cantidad de actos delictivos. Tampoco ayuda nada a este asunto el hecho de que nuestros políticos sean “profesionales” en vez de “amateurs vocacionales” lo que hace que, muchas veces, se pasen más tiempo buscándose las habichuelas que trabajando para el pueblo.

Yo soy optimista, debo confesarlo. Será porque he tenido relación con algunos políticos honestos que lo que han hecho, en todo caso, es poner su tiempo (y a veces su dinero), al servicio de los ciudadanos.


He dicho que soy optimista pero no soy ingenuo así que, cuando hay alguna inauguración y paso cerca de algún político, trato de poner la mano en el bolsillo trasero (bolsillo en el que llevo la cartera) “por si las moscas”.


Un abrazo “incorrupto”,


Esteban

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