Hola:
A pesar de lo que parezca, no voy a hablar de la Pantoja ni
de Cachuli.
Ayer nos acostamos con otro nuevo escándalo de corrupción aunque,
por una vez, parece ser que en éste no están implicados políticos (que yo sepa).
El dueño y acólitos de la famosa franquicia, que todos
conocéis y de cuyo nombre no quiero acordarme, cuya fortuna era indecente (hay
que ver lo mal que tenemos la dentadura los españoles) es solo uno más de una
pandilla de desvergonzados que se forran a cuenta de los resquicios de la ley y
también de nuestra propia (y particularmente española) tendencia a la
picaresca.
No puedo ni quiero profundizar demasiado pero, en base a las
noticias periodísticas, todo se basaba en el “dinero negro” que cobraba por la
franquicia pero, ese dinero negro saldría de algún sitio ¡Digo yo! ¡Preguntaros de dónde por favor! ¿Quién no ha
pedido alguna vez que le quiten el IVA de una factura?
Aunque, también tengo reconocer que nuestra pequeña
picaresca defraudatoria, aunque moralmente sea equiparable, en sus efectos no
es justo compararla con la avidez, grosera y descarada, de aquellos cuyas
grandes fortunas, no pagan impuestos porque se agarran a los huecos que la ley
deja o, simplemente, consiguen que las leyes se hagan para su beneficio.
¡En fin! ¡Que no hay un día que no me levante a trabajar y
se me quede la cara de tonto cuando pienso que hay otros que viven como dioses
griegos a cuenta de mi sudor!.
Un abrazo “asqueado”,
Esteban