MI BLOG DE COCINA

martes, 23 de agosto de 2011

SOBRE LA CENSURA


No digo yo que me hayan “censurado” (¡ Líbreme Dios de afirmarlo !) pero la entrada anterior, que era un comentario sobre uno de los autores que firman en el suplemento dominical de “El Correo” (y no os olvidés que “El Correo” es el que da cobijo a mi blog) ha aparecido “misteriosamente” borrada sin intervención alguna por mi parte. ¡ Será, con toda seguridad, una casualidad informática !.

De todos modos, tengo que agradecer algo a esta situación: me ha dado un tema para hoy: LA CENSURA.

Olvidaros de aquella censura del señor con bigote y gafas oscuras que se ponía las botas viendo las ingenuas escenas “subidas de tono” (quizás un pecho femenino entrevisto unas décimas de segundo) que luego cortaba para salvaguardar nuestra salud moral. Tampoco hablo de los secuestros de períodicos y revistas que se producían tan a menudo, no hace tanto tiempo, porque contenían algunma peligrosa idea izquierdista que estaba al servicio de la conjura judeo-masónica. Hablo de algo mucho más sutil, me refiero a la auto-censura inducida por la presión social, esa del ”puedes hablar de lo que quieras pero ¡ atente a las consecuencias !”.

Curiosamente, ese tipo de censura (que es mucho más cruel y alienante) no la ejercen siniestros personajes bajo el ala del poder. La ejercen masas informes de personas, en muchos caso bien-intencionadas, que pretenden con su actitud defender la libertad y que curiosamente suuelen ser progresistas.

No hables de la chorrada del “miembros y miembras”, que te crucificarán. No argumentes contra el evidente contra-sentido de la “discriminación positiva” que te colgarán el sanbenito de machista. No menciones la perdida de valores (y no me refiero a valores religiosos) de esta sociedad que te acusarán de “carca”…… y así cientos y cientos de ejemplos.

Yo también me pliego, muchas veces, a las órdenes de la masa. N o está entre mis virtudes la valentía extrema. “Podría decir y no digo” y eso que me callo me corroe las entrañas hasta que no me queda más remedio que vomitar.

Un abrazo “enfadado”

Esteban