MI BLOG DE COCINA

jueves, 22 de enero de 2009

CANDIDEZ O DESESPERACIÓN

A despecho de lo dicho ayer, me he dado cuenta de que, cuando el escribir se hace una necesidad, se saca tiempo de donde sea. Es bastante curioso que el poner letras, una tras de otra, hasta formar palabras y situar éstas en la secuencia adecuada para formar frases con sentido, sea tan relajante y tan gratificante. Lo es, incluso, cuando tienes “uno de esos días” en los que el levantarte de la cama es tan duro que merecerías la medalla al valor (con cinta azul). Hoy tengo “uno de esos días” (y para los mal pensados no me refiero a ningún tipo de alteración orgánica temporal) y me he dicho: ¡qué narices! ¡A escribir!.
La noticia de hoy, además, es fresca, curiosa y hasta simpática (salvo para su protagonista, como en seguida veréis). Vamos al titular: “Un curandero estafa 7.000 € a un cliente en Vitoria“. La historia es “tan pintoresca” que merece ser contada de manear más extensa. Al parecer, el estafado, guiado por una propaganda buzoneada, acude a la consulta de un curandero africano, en la esperanza de que le alivien de sus males. El curandero, después de hacerle unos masajes, le pide que vuelva al día siguiente con la capicúa cantidad de 7.227 € (que le serán devueltos) para ser usados en un rito tribal de sanación. El incauto, acude al día siguiente con la mencionada cantidad, que el curandero mete en un sobre y procede con sus extraños ritos. Al terminar, le entrega el sobre al enfermo y le dice que no lo abra hasta pasadas varias horas ya que, si no, el rito no surtirá efecto. El hombre marcha de la consulta pero, al cabo de un rato, comienza a sospechar, abre el sobre y se encuentra “recortes de periódico” en vez de los billetes. ¡¡Le habían dado el cambiazo!!. Vuelve a la consulta y el pájaro había volado por lo que procede a denunciarlo. El final ha resultado ser un “final feliz” ya que el falso curandero y su cómplice han sido detenidos en Bilbao.
Los que me seguís, ya os imaginaréis que yo no creo en los curanderos (aunque, según me cuentan, “haberlos, haylos”). Este es un tema que seguramente tocaré en el futuro pero hoy, lo que me gustaría comentar, no es tanto la existencia o no de medicinas alternativas y/o espirituales, como analizar las razones por la que una persona, que seguramente (la noticia no dice nada sobre ello) es una persona absolutamente normal, es capaz de dejarse engañar con tanta facilidad con un truco que resulta obvio de inmediato.
Es fácil llegar a pensar que la persona estafada es un “alma cándida” o un incauto y que ¡eso no me pasa a mi ni de coña! pero, si rascas un poco y profundizas bajo la noticia puedes ver que un hombre desesperado, que no encuentra solución a su problema por las vías tradicionales, se agarra a un clavo ardiendo y es presa fácil de los indeseables como este “curandero”. Yo me precio de ser una persona de inteligencia normal pero no estaría yo tan seguro de que, llegados a un punto sin retorno, no me dejara estafar, 7.000 ó 70.000, con tal de tener una esperanza que se me niega de otra manera. La propia desesperación es una venda que te impide ver claramente la realidad y, ante la desesperación, casi todos estamos inermes.
Un abrazo “cándido”
Esteban