MI BLOG DE COCINA

lunes, 22 de febrero de 2016

EL AMOR Y LA EDAD

Hola:

¡Una de cal y otra de arena!... o sea un post de actualidad por otro de “interés humano”.

Os cuento.... Ayer, desde mi ventana y mientras practicaba el noble vicio de fumar (menos mal que mi esposa lee poco mis posts), vi a una parejita de adolescentes haciéndose arrumacos en una boca de metro. Lo de “arrumacos”, claro está, es un eufemismo de lo que, en inglés, se llama “petting and necking” y que en castellano viene a ser, más o menos, “pegándose un magreo que te cagas”.

La verdad es que lo estaban haciendo de una manera muy disimulada por lo que no tengo nada que objetar  (y si hubiera sido de otra forma, tampoco, ¡Qué quede claro!) pero me dio que pensar en las diferentes formas en las que las personas vivimos el amor dependiendo de la edad. Claro está que todo lo que voy a decir a continuación no es más que una opinión…..

Y fijaros que, en ningún momento, voy a hablar de sexo. El sexo, no tiene que ver con la edad sino…. ¡con otras cosas!.

Yo definiría el amor, en la adolescencia, como “explosivo”.  Está asociado con una revolución hormonal que lo hace impetuoso, irreflexivo, altruista, doloroso y …. maravilloso.  El inicio de un amorío adolescente, seguramente, es la cosa más bonita que te puede pasar en la vida pero también, cuando se termina (y la mayor parte de las veces, así es) te produce un dolor que, a veces, te deja marcado de por vida. La pegunta que definiría este amor es ¿Qué te puedo dar?.

El amor, en la juventud, podría definirse como “interesado”. No tiene ese componente de locura sino que, más bien, está asociado con la convergencia de intereses y necesidades. Es menos puro pero más realista y, a menudo, más egoísta. A menudo acaba en convivencia y, si llega a convertirse en algo más, puede ser exitoso pero, desgraciadamente, cada vez más parejas se separan porque lo que se basa en “intereses” tiene la costumbre de cambiar con el tiempo. La pregunta que lo definiría es ¿Qué me puedes dar?.

En la madurez, el amor es, en mi opinión, el verdadero.  Es cierto que la fogosidad de la adolescencia se pierde, es cierto que desaparece el “picante” que da la búsqueda de intereses comunes, es cierto que, a los ojos de los más jóvenes puede parecer más aburrido pero tiene un componente que no tienen los otros dos y que es “la amistad”.   Dos personas que conviven largo tiempo juntos, no dejan de estar enamorados pero, si siguen juntos, lo más normal es que consigan “ser amigos” y eso…. eso es impagable. La pregunta en este caso es ¿Que nos podemos dar el uno al otro?.

¿Quién no ha añorado alguna vez el volver a sentirse como un adolescente y temblar, como una hoja, ante el abrazo del ser amado?. Sin embargo, puestos a elegir, yo prefiero tener a una amante y amiga, a la vez, alguien que me dé seguridad, alguien a quien poder contar mis cosas, alguien que me acompañe en el viaje de la vida o, como dicen en las bodas, “en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza……”

Un abrazo “enamorado”

Esteban