MI BLOG DE COCINA

viernes, 13 de febrero de 2009

CHAPA y PINTURA

Hola:

Hay veces que una sola imagen establece una cadena que te lleva hacia otras imágenes, y así sucesivamente, hasta que oyes un ruido seco en tu cerebro, algo así como un “crash” y el puzzle se acaba por ensamblar. Hoy, al leer un periódico gratuito, de esos que dan en las bocas de metro, me ha pasado algo así, aunque todavía no estoy seguro de si el ruido que he oído provenía de mi cerebro o de que se ha “escacharrado” una de las escaleras mecánicas. 

La foto en cuestión que ha provocado el reordenamiento de mis neuronas ha sido una instantánea de Demi Moore que, al parecer, fue tomada en “La Bernilale. Desde esa foto hasta recordar un reportaje que leí lo otro día en una revista de índole cultural llamada “Quore” solo han pasado décimas de segundo. No toméis como cobardía, que no lo es, el que os diga que yo no leo nunca ese tipo de revistas. Lo que pasa es estaba en la peluquería, en la que habitualmente me entretengo con tebeos del Capitán Trueno y Zipi-Zape mientas espero, y no había otra cosa que leer. Yo soy un lector compulsivo, que miro hasta las etiquetas de los frascos de champú, y la idea de pasarme una media hora escuchando las insulsas conversaciones barbero-cliente me pareció una expectativa mucho peor que enterarme de las últimas movidas de los Muñoz, Pantoja, Parajes, Wiza y compañía. 

Bueno, volviendo al tema que nos ocupa, el caso es que la revista en cuestión tenía un interesante reportaje en el que un montón de guapas famosas aparecían, como si de un “antes y después” se tratara, en fotos sin maquillar y maquilladas respectivamente. Si habéis visto el mencionado reportaje sabréis a lo que me refiero pero, para los que no leen este tipo de revistas (algunos que yo conozco prefieren otras como el “Interviú”) os diré que el bajón que me dio cuando vi caer de su pedestal a algunos de mis iconos de belleza fue terrible y todavía no me he repuesto del todo. Ver a Cameron Díaz, sin los dos quilos de polvos, cremas y postizos me revolvió el estomago. Apreciar los granos y manchas en la cara de Penélope Cruz, me convenció de que la vida es un valle de lágrimas. Ver a Sharon Stone sin los revoques de yeso que al parecer se pone habitualmente, me hizo pensar que había sonado las trompetas de Jericó y que estábamos a las puertas del Apocalipsis. Y así hasta que decidí cerrar la revista e irme a la farmacia de la esquina a comprar dos cajas de Prozac. Por cierto, acabo de recordar que, con las prisas, se me olvidó pagar el corte de pelo ¡que se le va hacer!.

Todo esto me ha servido para filosofar sobre la verdad y la mentira, sobre la conveniencia de hacer caso o no a las apariencias y también sobre si es mejor usar “Margaret Astor” o “Ponds belleza en 7 días”. Pero no os asustéis que no os pienso meter un rollo epistemológico.

Por un momento he pensado hacer un post denostando el engaño del maquillaje y poniendo a parir a todas aquellas (y aquellos) que ocultan sus defectos con el único objeto de parecer cosas que no son. Sin embargo, este pensamiento ha coincidido con una visita a “La Toilette” en la que me he mirado al espejo y he visto mi imagen en retrospectiva, cuando me levanto de la cama, sin afeitar, con la legaña pegada y los ojos rojos por el sueño y he pensado….. ¡Yo también hago lo mismo!. No uso maquillajes ni cremas hidratantes-reafirmantes pero intento, en la medida de mis posibilidades, dar la mejor imagen posible de mi mismo así que yo también cometo el mismo pecado del que pensaba acusar a los demás.

Como no quiero caer en el error de “ver la paja en el ojo ajeno pero no ver la viga en el propio” he decidido no hacer apología de la cara lavada (”y recién peiná”) y decir, simplemente, que recordemos todos que “la verdadera belleza está en el interior” ya que, al parecer, la otra, la exterior es relativamente fácil conseguirla en un tarro de “Esencia de Guayaba con Baba de Caracol, Aloe-Vera e Hydrolactol-14 “.

Un abrazo “descremado”,

Esteban