MI BLOG DE COCINA

jueves, 26 de febrero de 2009

A GOLPE DE FRUSTRACIÓN

Como dice la frasecilla popular “siempre que pasa igual sucede lo mismo”. Me pongo como una moto y empiezo a lanzar posts a ritmo de “uno al día” pero las obligaciones cotidianas, en forma de maldición bíblica, me impiden mantener la productividad literaria y tengo que volver a la cadencia de “un par de ellos a la semana” como mucho. Ahora que, como me toque la lotería este año, vais a tener que contratar más ancho de banda del ADSL porque no pienso dejar de escribir ni para dormir.
El titular de hoy parte de una noticia que ha salido en todas las cadenas de TV y en todos los periódicos pero que creo merece ser comentada: Me habéis destrozado mi casa y ahora yo os destrozo la vuestra . Al parecer, un vecino de Lazkao de 30 años de edad, que vio su casa destrozada por la bomba que ETA puso el día 23/2 en la “Casa del Pueblo” de la localidad, tomó por la calle de en medio, o lo que es lo mismo tomó su maza, y se lió a porrazos con la Herriko Taberna con un saldo de 1 aparato de televisión, los cristales y un dispensador de cerveza “heridos de diversa consideración”.
Supongo que todos lo sabéis pero, para beneficio de los lectores “no españoles” (o debiera decir “no castellanos”…. ¡que ya me hago un lío después del último post!), una “Herrriko Taberna” es un local que actúa como sede de los grupos abertzales (independentistas vascos) de una localidad. Lo mismo ocurre con un “Batzoki” que sería el lugar de reunión de los militantes del PNV (Partido Nacionalista Vasco), o con una “Casa del Pueblo” donde se reunirían los simpatizantes del PSOE-PSE (Partido Socialista). Todos ellos actúan, a la vez, como sedes de los partidos y como lugares de reunión de sus simpatizantes y, habitualmente, también son lugares donde se puede beber y comer, lo que supongo ayuda a financiar las actividades de los partidos.
El chico (y que me perdone la confianza pero, por su edad y la mía, creo que le puedo llamar así) actuó sin duda guiado por la frustración de haberlo perdido todo, cuando había puesto tanta ilusión para tenerlo. La frustración lleva a la incomprensión, la incomprensión lleva al odio y el odio lleva a la venganza en una cadena en la que, desgraciadamente, mi pueblo es un experto. A veces pienso que vivo inmerso en una especie de “vendetta siciliana”, en la que la protagonista en vez de llamarse Guiseppina se llamara Iratxe y las escopetas de cañones recortados son sustituidas por cartuchos de “goma-2″. Por cierto, si conocéis un poco de la situación de País Vasco, os podéis imaginar que los primeros carteles acusándole de “fascista” ya han aparecido pegados en las calles del pueblo.
Ya sabéis que he clamado muchas veces en estas mismas páginas en contra del “ojo por ojo”. Conocéis, también por lo que he escrito, que “la violencia” y yo no somos muy compatibles. He escuchado los argumentos de quienes alaban la valentía de este chico diciendo aquello de que “si todos hiciéramos lo mismo y nos enfrentáramos a ellos se acabaría esta situación”. Creedme cuando os digo que, mi condición humana, me empuja a simpatizar con esta postura como simpatizo con el protagonista de la historia de hoy. Sin embargo, si todos hiciéramos lo mismo, nuestras ciudades y pueblos se convertirían en una especie de remedo del “Far West”, tendríamos que poner carteles debajo de los indicadores con la leyenda “No Law City” y vestir prendas holgadas que permitieran que nuestros cinturones-canana cupieran adecuadamente. Nuestra valentía quedaría a salvo pero nuestra dignidad acabaría irremediablemente en un muladar.
Yo, sin renegar para nada de las medidas coercitivas que nuestras leyes democráticas permiten, sigo siendo de los ingenuos (cada vez quedamos menos) que piensa que la palabra debe ser el arma y que la fuerza de la razón debe primar sobre la razón de la fuerza.
Sigo simpatizando con este chico de 30 años de Lazkao pero, sinceramente, creo que éste no es el camino.
Un abrazo “preocupado”,
Esteban