No me he podido resistir a escribir sobre la noticia,
que lleva circulando un par de días, acerca de los huevos contaminados con “piojicida”
en Bélgica, Holanda y (hoy nos hemos enterado) otros 7 países más de Centro-Europa.
No voy a hablar, hoy, sobre la falta de seguridad alimentaria
(debida, entre otras cosas, al uso masivo de pesticidas y antibióticos), ni de
la polémica sobre los alimentos transgénicos, ni siquiera del famoso “aceite de
palma”, cosas que también tienen lo suyo, sino sobre el hecho de que "el caso en
cuestión" haya ocurrido en lo que se supone que es “la zona rica de Europa” .
Tanto echarnos en cara nuestras frutas contaminadas con la
bacteria e-coli (que luego se demostró que no era nuestra culpa) y resulta que
ellos tienen piojos gallineros y los matan a golpe de polvos, sin importarles un
pepino que los huevos se contaminen y los humanos nos los comamos.
Al final resulta que, los civilizados centroeuropeos, no son
tan puros como nos quieren hacer pensar. No echarán la siesta, tendrán menos
deuda pública y serán más productivos que nosotros pero ….. sus cagadas son
iguales que las nuestras o peores. Al
fin y al cabo, no nos olvidemos que cuando ellos eran todavía tribus bárbaras,
nosotros (gracias a los Romanos, todo hay que decirlo) ya teníamos ciudades y
casas de baños.
Por cierto, no quiero olvidar el famoso caso de una cadena
de venta de muebles, en cuyas cafeterías se servían hamburguesas de vacuno con
un apreciable contenido de carne de caballo o el de esas grandes superficies
cuya carne picada contenía una significativa presencia de bacterias
fecales. Cadenas que, también (será
casualidad), pertenecían a la muy
civilizada zona del norte de Europa.
Como dice el refrán, “En todos los sitios cuecen habas ……. y
en Bélgica a calderadas” .
Un abrazo “solidario con las gallinas”,
Esteban