Una de las cosas buenas de dejar el coche aparcado y usar el metro (además del ahorro de gasolina y tiempo), es la oportunidad que te da de observar a la gente. Cuando vas en coche, la visión que tienes de las personas con las que te cruzas, es similar a cuando las ves en la TV o en el cine, o sea que son figuras “planas”, sin aristas. Yo creo que este alejamiento es consecuencia del uso de un solo sentido, la vista, que nos impide percibir los matices que son captados por el resto de los sentidos (los olores, las voces, el tacto de un roce incontrolado,…).
El caso es que, gracias a mis incursiones en el transporte público, estoy
teniendo la oportunidad de observar, de manera discreta, a la gente que me
rodea. Reconozco que soy un “voyeur” (pero, ¡ojo!, sin ninguna connotación
extraña) y me divierto mirando a la gente y tratando de adivinar que historias
están viviendo.
Y ahora seguro que hay alguien pensando: ¿Qué diantres quiere transmitirnos
Esteban con esta introducción? ¿Qué narices tiene que ver la ropa con las
relaciones humanas?. No os preocupéis que no pienso aburriros con sesudas
disquisiciones acerca de la condición humana y no os impacientéis que ahora
mismo voy directo al tema que nos ocupa hoy.
Hoy, simplemente, quiero utilizar este medio para publicar un
descubrimiento científico que he realizado (aunque no creo que me lo admitan en
la revista “Nature”) y que básicamente se enuncia como “la transmisión
telepática involuntaria de información sobre la ropa que hay que ponerse que
tiene el género femenino humano”, o lo que es lo mismo, he descubierto que las
mujeres se ponen de acuerdo, sin hablarse entre ellas, sobre si ponerse falda o
pantalón cada día mediante algún mecanismo de comunicación que todavía no he conseguido
revelar y que debo seguir investigando. Ya tengo hasta el nombre para este
descubrimiento: lo voy a llamar “La 1ª ley de Esteban sobre la comunicación
extrasensorial femenina”.
Esto, que parece una broma (¡y lo es!), me ha traído a mal traer durante
bastante tiempo. Me ha costado miles de observaciones (no seáis mal pensados
que la cosa no iba de mirar a las piernas de las chicas) el llegar a la
conclusión de que existe esta comunicación. Mi trabajo me ha costado pero creo
que, esta vez, mi carrera hacia el Nobel está bien encaminada.
Como todo descubrimiento científico, tiene que ser corroborado por fuentes
externas así que os ruego, hagáis las observaciones pertinentes y me reportéis
los resultados.
Un abrazo “esperanzado”
Esteban
Esteban
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