Yo, que soy un lector ávido y
contumaz, llevo unos días con un ataque de apatía pertinaz (¡como me gustan las
palabras “acabadas en Z”!) lo que me ha llevado a ver la televisión más de lo
acostumbrado. Para que os hagáis una idea de lo que significa eso de “más de lo
acostumbrado”, estos infaustos días estoy viendo la tele una media de 45
minutos diarios, multiplicando por infinito los 0 minutos diarios que dedicaba
a esta tarea anteriormente.
El caso es que, haciendo el
ejercicio de apretar con el pulgar, de manera sucesiva, los botones numerados
del mando a distancia (lo que se viene en llamar “hacer zapping”), he
comprobado el alto contenido estético de la programación de la televisión en
españa (que no televisión española) y la excelente catadura moral de los temas
que se tratan y de los personajes-personajillos que se postulan en las
diferentes cadenas.
He descubierto, con verdadero
asco, que hay una serie de “señores” y “señoras” que son famosos por el simple
hecho de haberse acostado con alguien, haber puesto los cuernos a alguien y, lo
que es peor, haber sufrido violencia machista, por ejemplo. Además, por lo
visto, estos individuos cobran por airear, ante toda la audiencia, sus trapos
sucios (ya sean manchados de semen o de sangre, según el caso). Yo, que no soy
ningún mojigato, me he escandalizado de las cosas que he oido en una simple ½
hora. Estoy convencido que, si se hiciera un catálogo de las perversiones que
se cuentan en esos programas, saldría un libro de lectura muchisimo más
escandalosa que “las memorias del Marques de Sade”, a quíen harían quedar como
una hermanita de la caridad.
Lo peor del caso es que, si los
medidores de audiencia no se equivocan, hay mucha gente que es asidua, ¡ sin
ruborizarse ¡, de estos programas e incluso los famosetes que salen en ellos
tienen seguidores y detractores, como si realmente fueran algo importante. No
quiero parecer pedante pero, creedme cuando lo digo, me horrorizo al pensar que
al fin y al cabo esa es la realidad cultural de nuestro país. ¿Cómo vamos a
pedir que voten con criterio (es un decir) a personas que rien y lloran con las
gracias, de dudoso gusto, de personajes como estos?. ¡ Es como pedir peras a un
olmo ¡
Hoy en día, un científico de
prestigio, como por ejemplo, el doctor Manuel Elkin Patarroyo (que tantas vidas
ha salvado con su vacuna contra la malaria), solo tiene derecho a una
entrevista de 30 minutos (y eso en una cadena como CNN+, que da gusto verla)
mientras que otras, cuyo unico mérito conocido ha sido tener un retoño, al que
por lo visto no le gusta el pollo, de un torero andaluz, tienen audiencias
millonarias durante horas y horas de programación. ¡Qué vergüenza por Díos!
Eso si, tengo que decir que
gracias a estos programas, he conseguido vencer un espidodio de estreñimiento,
que me estaba haciendo pasar “las de Caín”, porque nada más empezar la sintonía
de uno de estos programas, algo me sucede en las tripas y casi no me da tiempo
a llegar al WC.
Un abrazo “asqueado,