MI BLOG DE COCINA

viernes, 10 de abril de 2009

PROCESIONES: DEVOCIÓN o TEATRO

 
Hoy es “Viernes Santo” y estoy de vacaciones de Semana Santa como varios millones de “fulanitos de tal”. No es que tenga unas particulares ganas de escribir (ya sabéis que últimamente no estoy para muchas fiestas) pero tengo un rato libre antes del vermouth y ¡que narices! he decidido dedicarlo a poner unas pocas ideas en el blog.

Por el titular ya os imaginaréis que el post de hoy va de “el significado de las procesiones de Semana Santa“. Como sabéis, el fenómeno de las procesiones de Semana Santa es netamente español (aunque extendido a zonas en las que hubo presencia de los españoles). La exposición doliente de imágenes de martirio y sufrimiento va muy unida a nuestro carácter. Con honrosas excepciones, este fenómeno está más arraigado en el sur de España. Incluso en las zonas más al norte con gran tradición procesional (como Valladolid, por ejemplo) las profesiones son más sobrias y tienen menos alharaca. Supongo que la estética procesional está directamente relacionada con el carácter de los pueblos y, lugares comunes aparte, considero cierto que lo gente del sur es más extrovertida y dada a mostrar sus sentimientos en público.

Yo, que como sabéis mantengo una postura bastante escéptica con las religiones, no veo con especial simpatía estas manifestaciones. Me parece que hay una cierta obscenidad en la expresión pública de cierto tipo de imágenes (de indudable calidad artística por otra parte) y en la expresión, también publica de autoflagelaciones y penitencias. Por otra parte, desde una visión práctica, tampoco me gusta mucho que una confesión religiosa tenga tal derecho de ocupación del espacio público en un estado como el nuestro que es “aconfesional”.

Sin embargo, no es el artículo de hoy un alegato en contra de las procesiones. No quiero ni debo criticar a los millones de personas que participan activa o pasivamente de esa tradición. Cada persona debe ser libre para creer o no creer en lo que quiera. No quisiera yo que nadie se sintiera ofendido en un tema que es particularmente delicado.

Lo que quería poner de manifiesto con mi artículo es la idea que me ronda por la cabeza hace mucho tiempo de que las procesiones no son, para la mayor parte de la gente, “actos de fe” sino meras representaciones teatrales en las que los actores interpretan su papel de manera cuasi-profesional y el público se entusiasma con su actuación. No creo que nadie, después de ver la procesión “del borriquito” vaya a su casa embargado de felicidad por el excelente recibimiento que Jerusalén dispensó a Jesús ni que, después de la procesión de Viernes Santo, nadie deje de tomar unas copas con los amigos por la profunda tristeza que le ha producido su pasión y muerte.

Yo soy de la opinión de que la mayoría de las personas acuden a las procesiones, impresionadas por la “estética” de las imágenes, los cofrades y los penitentes y, en cierto modo, para recordarse a si mismos que son católicos aunque no hagan mucho caso de su religión en la vida cotidiana.

Bueno, esta es mi opinión ¿Y la vuestra?

Un abrazo “penitente”

Esteban