El título del famoso libro de D. José Ortega y Gasset me ha venido “al
pelo” para glosar este post que va, como no podía ser de otra manera, de los
incidentes de ayer en Grecia
Cuando toco un tema como este, y me suele pasar muy a menudo, no puedo
evitar la sensación de no saber a que carta quedarme. Por una parte no puedo
por menos de simpatizar con los manifestantes que, hartos de todo, salen a la
calle a evidenciar su frustración por tener que pagar el pato de los errores y
latrocinios de otros. Por el otro lado, quiero y debo denunciar la barbarie de
una masa incontrolada que ha causado la muerte, siempre injusta, de tres
personas inocentes.
El ser humano, cuando pierde la individualidad al integrarse en una masa,
pierde también todas las inhibiciones y vuelve a su estado primigenio (cosa que
vemos, día si día también, en el futbol por ejemplo). Queda entonces claro que
nuestra educación no es más que un barniz, una fina capa de convencionalismos
que tapa nuestra verdadera naturaleza animalesca.
La famosa frase que dice “la unión hace la fuerza” no se refiere a “la
fuerza de la razón” sino a la pura fuerza bruta basada en el peso de la carne
semoviente igual que una manada de búfalos consigue parar un tren al cruzar las
vías.
Soy firme defensor de los derechos colectivos tales como el derecho de
“huelga” o el derecho de “manifestación”. A veces no queda más remedio que
acudir al número para defenderse de las agresiones de aquellos que, en razón a
su poder (económico, político o militar), nos aplastan pero no hay que perder
de vista que no siempre el número es sinónimo de razón. Ya lo dice la famosa
frase: “come mierda, un millón de moscas no pueden equivocarse" .
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