Retomando (y que sirva de precedente) mi antigua costumbre de usar las
noticias de actualidad para hablar de algún tema que me interesa, me ha venido
“como anillo al dedo” un corto que he leído en el periódico de hoy, en la
sección de “Local”.
Lo noticia reza así: “El Gobierno vasco autoriza al
crematorio de la Plaza del Gas a funcionar a modo de prueba” y hace referencia
a un asunto que levantó (y levantará) muchas polémicas entre los vecinos de la
zona.
Sin perder el debido respeto a los finados y sus familiares, podría hablar
durante horas sobre “el olor que desprenden las cremaciones”, “la más que
posible contaminación que produce un horno de estas características”, “las
molestias producidas a los vecinos por el trasiego de vehículos de todo tipo
que se va a producir”… cosas, todas ellas, in-negables e in-negadas.
Sin embargo, me gustaría aprovechar este hecho anecdótico, y por extensión,
aplicarlo a todas las instalaciones y actividades molestas, que la mayoría
consideramos necesarias pero que nadie queremos tener cerca. Todo el mundo
queremos tener electricidad pero nadie quiere una central (del tipo que sea)
cerca de su casa, todos nos quejamos de la cobertura del teléfono móvil pero
pedimos que las antenas de telefonía estén lejos de nuestras viviendas, cada
uno de nosotros tiramos basura pero no nos gustaría vivir al lado de un
vertedero o de una incineradora, … y así, cientos de ejemplos.
El cinismo obsceno de esta sociedad, a veces (cuando me levanto con “mal
café”, como me ha pasado hoy) me repugna.
Un abrazo “crítico”,