A despecho de lo dicho ayer, me
he dado cuenta de que, cuando el escribir se hace una necesidad, se saca tiempo
de donde sea. Es bastante curioso que el poner letras, una tras de otra, hasta
formar palabras y situar éstas en la secuencia adecuada para formar frases con
sentido, sea tan relajante y tan gratificante. Lo es, incluso, cuando tienes
“uno de esos días” en los que el levantarte de la cama es tan duro que
merecerías la medalla al valor (con cinta azul). Hoy tengo “uno de esos días”
(y para los mal pensados no me refiero a ningún tipo de alteración orgánica
temporal) y me he dicho: ¡qué narices! ¡A escribir!.
La noticia de hoy, además, es
fresca, curiosa y hasta simpática (salvo para su protagonista, como en seguida
veréis). Vamos al titular: “Un
curandero estafa 7.000 € a un cliente en Vitoria“. La
historia es “tan pintoresca” que merece ser contada de manear más extensa. Al
parecer, el estafado, guiado por una propaganda buzoneada, acude a la consulta
de un curandero africano, en la esperanza de que le alivien de sus males. El
curandero, después de hacerle unos masajes, le pide que vuelva al día siguiente
con la capicúa cantidad de 7.227 € (que le serán devueltos) para ser usados en
un rito tribal de sanación. El incauto, acude al día siguiente con la
mencionada cantidad, que el curandero mete en un sobre y procede con sus
extraños ritos. Al terminar, le entrega el sobre al enfermo y le dice que no lo
abra hasta pasadas varias horas ya que, si no, el rito no surtirá efecto. El
hombre marcha de la consulta pero, al cabo de un rato, comienza a sospechar,
abre el sobre y se encuentra “recortes de periódico” en vez de los billetes.
¡¡Le habían dado el cambiazo!!. Vuelve a la consulta y el pájaro había volado
por lo que procede a denunciarlo. El final ha resultado ser un “final feliz” ya
que el falso curandero y su cómplice han sido detenidos en Bilbao.
Los que me seguís, ya os
imaginaréis que yo no creo en los curanderos
(aunque, según me cuentan, “haberlos, haylos”). Este es un tema que seguramente
tocaré en el futuro pero hoy, lo que me gustaría comentar, no es tanto la
existencia o no de medicinas alternativas y/o espirituales, como analizar las
razones por la que una persona, que seguramente (la noticia no dice nada sobre
ello) es una persona absolutamente normal, es capaz de dejarse engañar con
tanta facilidad con un truco que resulta obvio de inmediato.
Es fácil llegar a pensar que la
persona estafada es un “alma cándida” o un incauto y que ¡eso no me pasa a mi
ni de coña! pero, si rascas un poco y profundizas
bajo la noticia puedes ver que un hombre desesperado, que no encuentra
solución a su problema por las vías tradicionales, se
agarra a un clavo ardiendo y es presa fácil de los indeseables como este
“curandero”. Yo me precio de ser una persona de inteligencia normal pero no
estaría yo tan seguro de que, llegados a un punto sin retorno, no me dejara
estafar, 7.000 ó 70.000, con tal de tener una esperanza que se me niega de otra
manera. La propia desesperación es una venda que te impide ver claramente la
realidad y, ante la desesperación, casi todos estamos inermes.
Un abrazo “cándido”
Esteban
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