Bueno, ya se ha pasado la
Navidad y entramos en la semana de “impass” hasta que nos llegue la Nochevieja.
Yo me he tomado unos días de muy merecidas vacaciones (que si no me lo digo yo
no me lo dice nadie) que me deben servir para hacer por fin esas chapuzas en
casa (largamente olvidadas), ordenar mis papeles (que son un verdadero
desastre) y, si me queda algo de tiempo, atender un poco al blog (que lo tengo
bastante desatendido, lo reconozco). Así, que para empezar por algo agradable
(es que lo de las chapuzas me da miedo y lo de los papeles pánico) he decidido atender
al blog (que eso si me gusta). Al releer este párrafo me he dado cuenta que me
van a dar el 1º premio al “parentesisero” del año.
La noticia de hoy parte del
siguiente titular: “600 peatones fallecen atropellados cada año
fuera de los pasos de cebra”. La noticia se refiere a España,
claro está, e indica que somos el páis europeo que tiene el dudoso honor de
encabezar la lista de atropellos de estas características. Por lo visto, en
España, el 92% de los atropellos de peatones se producen “fuera de los pasos de
cebra” mientras que en el resto de Europa la cosa va por el 77%. Lo curioso del
caso es que la mayoría de los atropellos se producen cerca de cruces
señalizados, con buena visibilidad y buenas circunstancias climatológicas y con
conductores implicados que no presentan alcoholemia ni síntomas de cansancio al
volante. En otras palabras, en la mayoría de estos casos, el
culpable es el propio peatón.
Podría hablar aquí de temas
como “la mala ubicación de los pasos de cebra”, “la deficiente cultura en
seguridad vial imperante en este país”, etc. y me hubiera salido un artículo
sumamente técnico y documentado pero más aburrido que un tomo del Dicionario
Enciclopédico Abreviado de Espasa-Calpe
pero, voy a enfocar el tema de otra manera, que creo explica mejor el asunto.
Yo creo que la
causa fundamental de este hecho es una característica peculiar, que compartimos
todos los ciudadanos de este país y es “la alergía a la autoridad y las normas
establecidas”. Los españoles (y aquí hay que decir que los
vascos tenemos un índicador similar en este apartado) somos un pueblo que no
nos gusta ceñirnos a las normas y que inventamos mil maneras de saltárnoslas.
Lo mismo cuando hablamos de pagar a Hacienda o de echar la basura en los
contenedores adecuados que, como en este caso, cruzar las calles por las zonas
señalizadas. No nos gusta que nos impongan normas y, la mayor parte de las
veces, las infringimos no por necesidad sino por rebeldía.
No hay más que fijarse en
cualquier calle de cualquier ciudad de este país y ver a gente cruzando la
calle por cualquier sitio a escasos metros de un semáforo o, incluso, cruzando
por el semáforo pero cuando este está en rojo para los peatones. No es que
tengamos prisa, sino que nos fastidia que nos digan lo que
tenemos que hacer y lo que no.
Este país, por el que pasaron
todos los ejercitos conquistadores de todas las potencias de la antiguedad
(fenicios y cartagineses, romanos, árabes, godos, franceses ….) nunca aceptó la
dominación de ninguno de ellos y solo sucumbió por la pura fuerza bruta y
después de haber infringido derrotas sangrantes a todos los que intentaron
conquistarlo. Creo que la herencia Celta e Ibera aún perdura en
nuestros genes y, seguramente, sea la causa última de que no
usemos los pasos de cebra (esta teoría la voy a enviar a la revista “Nature” a ver si me la homologan).
Supongo que mucha gente me
tachará de loco, irresponsable o de insensible con las victimas (a cuyos
familiares pido perdón de antemano) pero yo digo que estas muertes son el
precio que pagamos por nuestra independencia de carácter y libertad de
criterios que, ¡ojalá nunca perdamos!. Dejo para cada uno la reflexión de si es
un precio asumible o demasiado alto.
Un abrazo “rebelde”
Esteban
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