Todavía me tiemblan las rodillas. Los escalofríos siguen recorriendo mi
espalda. Los dientes me chirrían al rozarse unos contra otros. Me tomo la
tensión pero ¡no! ¡mi presión arterial está más o menos como siempre!
¿Cuál es la causa de este malestar que me invade? ¿Por qué tengo esta
sensación de desazón que no me deja dormir?
El otro día demostré, en primera persona,
que el hombre es el único animal
que tropieza 2350 veces en la misma piedra. Mi mano se desplazó, como si
tuviera vida propia, y tomó el mando de la TV. Casi sin darme cuenta, apreté el
botón de ON y la “caja tonta”, tanto tiempo inerte y silenciosa, cobro vida con
aterradora precisión.
Podría
haber tenido suerte y haberme encontrado con un programa de National Geographic
o con un documental sobre la vida del rinoceronte africano. Incluso podría, mal
menor, haberme encontrado un reportaje sobre el triunfo de la “roja” (nada que
ver que La Pasionaria) en Sudáfrica. Pero no, esta vez la fortuna me fue
esquiva y lo que vi fue la acartonada cara de Carmen Lomana abrazando a una
chica que lloraba a lagrima viva. Como, a mí, cada vez que veo a Doña Carmen,
me surgen un montón de ideas para hacer posts, decidí continuar “on line” y, la
verdad, no me arrepiento.
Por
lo visto se trata de un “reality show” en el una serie de chicas van a pasar
una temporada en una casa en la que las van a pulir (no se me ocurre otra
palabra). Hasta ahí, nada de particular, que no seré yo el que diga nada en
contra de las clases de urbanidad y buenas maneras. Lo que realmente me
impresionó fue que (y que nadie se me ofenda) las mencionadas chicas no
necesitaban que las afinaran con una lija fina sino que las pasaran la hachuela
de carpintero, o sea, que “eran más bastas que la lija del nº 00”. ¡Trabajo va
a tener la Carmen Lomana para hacer de ellas unas señoritas presentables en sociedad!
Yo
entiendo que, en un programa de estas características, tengan que elegir
especimenes particularmente extraños, que es lo que vende, pero me quedé
horrorizado con la falta de educación, cultura y saber estar de las candidatas.
Hace unos años hubiéramos dicho que “se descalzaban a coces”.
¡Espero
sinceramente que la muestra no sea representativa de la realidad de nuestro
país! ¡Díos nos asista!.
Un
abrazo “avergonzado”,
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