Como casi siempre, comienzo con el tema que hubiera debido tratar hoy,
que no es otro que el cumpleaños de nuestra Carta Magna, para decir luego que
no lo voy a hacer. Esto de “jugar al desmarque” se está convirtiendo en una constante
en mi blog y supongo que es producto de mi obsesión por no hablar de lo que
habla todo el mundo. Voy a “hacérmelo mirar” porque me estoy empezando a temer
que esta obsesión se puede convertir, si no la cuido, en una especie de
narcisismo. El narcisismo es un defecto que siempre achaco a los demás y sería
curioso que acabara sufriéndolo yo mismo.
Sin más preámbulos, paso a dar el titular de hoy. Veréis que la noticia
es, cuanto menos, curiosa: “Funerarias de Vizcaya recurren a los
taxistas para realizar servicios mortuorios“. Por lo que parece, las
empresas funerarias están, cada vez más, utilizando los servicios de los
taxistas para tareas tales como repartir y pegar esquelas, colocar las mesas de
firmas e, incluso, ayudar a los empleados de las funerarias a mover los
féretros. Por lo visto, a las empresas les sale más barato tirar de taxi que
reforzar las plantillas propias con personal fijo.
Esta es otra de las consecuencias de la crísis, creo yo, que hace que las
empresas “externalicen servicios” que, de otra manera, darían con personal
interno, siguiendo con la filosofía de “sustituir costes fijos por costes
variables”. ¡¡ El capitalismo a llegado con toda su fuerza al negocio
de la muerte !!.
Si seguimos por este camino, más pronto que tarde, veremos a los taxistas
hacer directamente el traslado de los cadáveres hasta el cementario. Lo que no
consigo adivinar es como harán entonces para preguntar aquello de ¿Por donde
quiere que vayamos? al pobre finado que, supongo, no estará para pensar en donde
estará el atasco a esas horas. Por cierto ¿os imaginais que el muerto
contestase, de repente, algo así como “tire por la M30″?. El susto del
taxista podría ser de órdago.
Yo pienso, de vez en cuando, en la muerte. No
creais que soy un tipo morboso. No lo hago ni demasiado a menudo ni con mucha
profundidad. La muerte, para mi, es algo que me produce una curiosidad de
carácter científico. Que se sepa (fuera a parte de las dudosas experiencias de
“vida después de la vida”, “de la luz blanca” y todas esas cosas), nadie a
vuelto para contar si hay algo más allá. Yo no soy especialmente religioso. He
sido educado en la fé católica y supongo que algo queda en mi del
adoctrinamiento recibido. No estoy seguro si cuando muramos se acaba todo (como
defienden furiosamente los ateos) o pasamos a un estado nuevo de consciencia
(como defienden los misticistas no religiosos) o simplemente vamos cielo o al
infierno (se les llame como se les llame en la confesión religiosa de turno)
como defenderían los afectos a la religión. Solo tengo la sensación de
que el pudrirse en una tumba o convertirse en cenizas es un final bien pobre
para una vida y me gustaría pensar que hay algo despúes.
En cualquier caso, ya veremos, porque según creo ¡¡ ninguno de
nosotros nos vamos a quedar aquí eternamente !!.
De todos modos, cuando muera, por favor que me lleven en taxi. Con el
precio que tienen, no los cojo demasiado a menudo en vida, así que, cuando haga
mi último viaje, me gustaría hacerlo “a todo lujo”.
Un abrazo “un poco morboso”,
Esteban
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