La noticia, que voy a comentar hoy, no ayuda precisamente al optimismo
pero ¿qué le vamos a hacer?. Paso, sin más, al titular: “Un joven
norteamericano difunde su suicidio en directo a través de Internet”.
Por lo visto, el joven norteamericano Abraham Biggs, de 19 años, que había
comenzado a anunciar su plan 12 horas antes en un portal de la red, se suicidó
“en directo” el pasado miércoles delante de su camara web y ante una nutrida
audiencia de internautas.
Ya sabéis que siempre sucumbo a la tentación de obtener las múltiples
facetas (que yo llamo “aristas”) de las noticias. De ésta, en concreto, se
podrían sacar más de una decena de temas y cada uno de ellos podría dar para
varios posts pero, como es habitual, me voy a centrar en algunos que me
interesan más que los otros. A los comentaristas les toca, como hacen siempre,
abrirme los ojos sobre los otros aspectos que me he dejado “en el tintero” (que
antiguo soy, Díos mío, debiera haber dicho “en el teclado”).
La primera faceta que quiero destacar es el propio hecho del suicidio. Así
como la muerte es “el acto final” de la comedia de la vida, el suicidio es el
fracaso final. Es como si, a mitad de representación, un actor decidiera bajarse
del escenario, abandonandolo todo. Cuando alguien se suicida
(y no voy a entrar en este párrafo a analizar las causas ni a juzgar a los que
toman esta terrible decisión) reconoce de manera explicita que el
fracaso de su vida. Yo me considero un hombre luchador y puedo
reconocer que me he sido vencido, pero no me gustaría llegar a perder las ganas
de volver a intentarlo. No puedo decir “de este agua no beberé” ya que he visto
gente con terribles depresiones y se lo que son. Yo mismo he estado desesperado,
de verdad, alguna vez pero, siempre he decidido levantarme y seguir luchando. A
mi me salva mi propio “ego” que me impide rendirme, lo reconozco.
Los suicidas que anuncian su intención están realmente emitiendo
un grito de “auxilio”. En este caso, una de las cosas que más
me han impresionado es que la noticia dice que hubo internautas que le animaron
a hacerlo. ¿Quién puede ser tan desalmado para animar a alguien a
matarse? ¿Es que estamos todos volviéndonos locos?. Quiero pensar que
los que lo hicieron no pensaron realmente que el chico iba a ejecutar su acción
pero ¿dormirán tranquilos a partir de ahora?
Por último (no quiero alargarme mucho), y por favor que no se entienda lo
que voy a decir como una falta de respeto, hay un cierto narcisismo en la
acción de este muchacho. No solo se suicida sino que además lo
transmite en directo. Está claro que quiso “tener su minuto de gloria” y lo
consiguió. No se si se dío cuenta de era un último minuto y que no iba a poder
volver a ver la grabación como quien mira el álbum de fotos de las últimas
vacaciones.
Se ha perdido una vida, se ha perdido un proyecto cuando casi no había
empezado a desarrollarse (¡solo tenía 19 años!). La muerte siempre es un drama
y es un drama, sea cual sea, la forma. Pero cuando la muerte se produce de esta
manera tan inutil, tan vana, tan fútil, es quizás todavía mas dificil de
comprender.
Un abrazo “entristecido”
Esteban
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