Hola:
Si alguien ha entrado en este post solo porque ha pensado
que tiene podría tener temática sexual o alguna connotación machista, ya puede
dejar de leer porque la cosa no va por ahí.
Ayer, hablando con los camareros de mi bar “de cabecera”,
salió el tema de conversación de lo que tienen que aguantar esos sufridos
trabajadores del alcohol, los refrescos y los pinchos.
Doy fé, porque lo he visto con estos ojitos que se tiene que
comer la tierra, que hay clientes que se piensan que, por el hecho de pagar una
consumición, tienen derecho a todo, incluida la falta de respeto a los que les
están sirviendo su vinito. Y no hablemos
ya de los que, sin ningún pudor y lejos de hacer una broma simpática, hacen
chistes intolerables, insinuaciones directas o con “doble-sentido” y tratan con
descaro a las “camareras”…… ¡Qué eso
también lo he visto!.
Los profesionales están acostumbrados y obligados a manejar
estas situaciones, tragándose sus respuestas poniendo una sonrisa de
circunstancias, dejando correr lo que, dicho al otro lado de la barra, sería un
insulto intolerable y seguramente provocaría una respuesta airada o un
altercado.
Yo soy de “ofensa fácil”, o sea, que las faltas de respeto
me afectan mucho y reconozco que no las tolero con facilidad. No soy un matón de barrio, ni creo haberme
peleado nunca (o por lo menos no en los últimos 30 años) pero os aseguro que mi
lengua es bastante afilada y, a insulto de cuchillo de desayuno respondo con espada
tizona, así que valoro en mucho su capacidad de aguante.
Además, los que yo conozco, son hábiles en la conversación,
discretos cuando hace falta y también, cuando ven que te hace falta, saben
sacarte esa sonrisa que te alegra un día aciago.
Va por ellos, en fin, este post.
Un abrazo “cariñoso”,
Esteban
No hay comentarios:
Publicar un comentario