A raíz del post de ayer he recibido algunas críticas que me acusan de tener
una cierta esquizofrenia. Entiendo que se refieren a mi ecléptica actitud
ideológica y no a mi estabilidad mental que, aunque pueda estar en duda, nadie
de los que ha comentado me conoce lo suficiente para juzgarla.
Vaya por delante mi opinión de que, no me ofendo por las críticas sino más
bien todo lo contrario. Ya sabéis que la voluntad de este blog es, precisamente,
el fomentar el intercambio de ideas dispares. Además, considero que la crítica
no es tal, sino más bien un elogio. Tengo ya suficientes años a mis espaldas (y
suficientes heridas) para saber que el blanco y negro puros no existen y que lo
que podemos percibir no son más que diferentes tonalidades de gris.
Los “packs” ideológicos, que te venden la verdad absoluta, son todos un
fraude (lo mismo que los remedios milagrosos para adelgazar) ya que la vida es
demasiado compleja para explicarla en unas pocas líneas del manual de cabecera
de una ideología concreta. Los maniqueísmos, además de perversos “per se”, no
sirven para explicar la realidad. Los fundamentalismos son dañinos e
irracionales.
Mi ideología personal, que parte de mi visión del mundo (a través de las
lentes talladas por mi experiencia vital), me dice que las personas deben
recibir de la sociedad en función a lo que aportan (“De cada uno según su
capacidad, a cada uno según su necesidad”). También me dice que los que no
pueden aportar, por la causa que sea, deben ser apoyados por el resto. Otra
cosa que me parece obvia es que, si vivimos en sociedad, debemos dotarnos de
unas reglas de convivencia mínimas que deben ser acatadas y respetadas por
todos, hasta que todos decidamos cambiarlas. A partir de ahí, que cada uno haga
lo que quiera, que cada uno se dote de la religión que le parezca, que tome la
opción sexual que le venga en gana, que………… ¡que cada cual ejerza su libertad
individual hasta los límites que pueda!.
Por cierto, no puedo evitar citar aquí a Groucho Marx que, en el colmo del
cinismo, dijo aquello de “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo
otros”. Yo, que no tengo la brillantez de Groucho, diría algo así como “Estos son mis
principios. Si se demuestran erróneos, estoy dispuesto a cambiarlos”.
Otro día, con más tiempo, pienso hablar del ”derecho a la propiedad” que me
parece que puede ser un tema interesante de debate.
Un abrazo “mentalmente estable”
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