He llegado a la conclusión de que este país está hasta la bandera de locos y de “cagaos”.
Ya se que me ha
quedado una frase demasiado fuerte (incluso lapidaria), que he hecho una generalización
temeraria y que nadie se incluirá en ninguna de las dos categorías (me
extrañaría lo contrario) pero, si no habéis cerrado el post en este punto,
veréis el porque de mi afirmación.
Llevo muchos meses
rumiando este post en mi cabeza pero no acababa de salir. Hoy, por una absoluta
casualidad, he topado con un post que decía “Cuento de Caperucita Políticamente Correcto“.
Lo he leído, he buscado otros similares y me he encontrado con “Cuento de Cenicienta Políticamente Correcto“……
¡y no he seguido buscando!.
Tengo que decir que
me he reído “a gusto”, pero con esa risa que no nace de una situación cómica,
sino que es producida por caer en la cuenta de que, lo que se está leyendo
(dentro de un apartado de humor), representa fielmente la forma en que nos
expresamos, en los últimos tiempos, en la vida diaria.
Cuando estás en una
reunión mal llevada y se te ocurre decir la frase “esto es una merienda de
negros” (muy castiza frase, por cierto) siempre hay algún iluminado que te mira
mal y piensa que tienes un lenguaje racista. Si
le afeas a alguien su mal uso del castellano,
cuando dice lo de “miembros y miembras”, eres un cerdo
sexista. Si se te ocurre sostener la opinión de que esta
sociedad está como está porque se han perdido los principios morales (¡ojo que
no hablo de principios religiosos) y las buenas maneras, alguien te tachará de
retrogrado carca.
Hemos llegado a un
punto en el que nos da miedo hablar claro y tenemos que usar tales perífrasis y
revueltas en nuestro discurso ¡que ya es dificil entender lo que se dice!.
Así que opino que
nuestro país está dividido, aunque no a partes iguales, entre “locos”,
que se piensan que se pueden cambiar las actitudes solo censurando el lenguaje
y “cagaos”, que no están de acuerdo, pero no dicen nada.
Yo, que no soy
precisamente el Capitan Trueno, me debo incluir el el grupo de los cobardes.
Pero, eso si, cobarde avergonzado que no se ufana de su cobardía.
Un abrazo
“avergonzado”
Esteban
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