Mi propia filosofía vital, que como siempre repito me hace ver los grises allí donde otros ven blancos y negros puros, me inclina a pensar que algo de razón hay en esas afirmaciones. Es más, ¡a veces incluso me lo creo del todo!.
Otras veces, casi siempre después de leer las crónicas de sucesos en los periódicos, flaquea mi convicción y entonces pienso que tiene que haber una línea clara que separe la bondad de la maldad, lo justo de lo injusto, lo correcto de lo incorrecto. La carne es débil y las tentaciones son muchas.
No soy especialista en “ética” o “deontología” ni tengo grandes conocimientos de “teología” así que no vais a ver en este artículo ninguna sesuda disertación sobre la moral natural. Solo soy una persona a la que le gusta reflexionar sobre las cosas que ve. Y, reflexionando, he llegado a una conclusión que, por obvia, puede resultar de perogrullo: hay una regla de conducta que nos puede facilitar el discernir cuando una acción que vamos a acometer es buena o mala “per se” y no es otra que “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”.
He estado dando muchas vueltas al tema y, creedme, no he encontrado ninguna situación para la que no sirva esta regla.
Os doy dos ejemplos de casos dudosos:
CANIBALISMO: Estoy seguro de que, aunque esta práctica está/estuviera aceptada en algunas culturas, la persona que va a ser comida, en el último momento, no estaría precisamente contenta y, si tuviera la oportunidad y se salvara, seguramente cambiaría su percepción acerca de la licitud de esta conducta.
SADO-MASOQUISMO: Perdonadme, porque ya se que en este tema voy contra-corriente, pero me resisto a considerar que entre dentro de la normalidad una práctica sexual que consiste en infringir-recibir dolor. Cada cual hará lo que quiera y todo lo consentido es válido pero, hasta un practicante sado-masoquista mentalmente sano, sabrá que infringir dolor a otra persona que no lo consiente es inmoral.
Como uno tiene que agarrarse a algo en esta vida y yo, para no caer, me agarro a esta regla para permanecer cuerdo en un mundo que, cada vez más, me parece que está lleno de locos …. ¿o es que el loco soy Yo?
Un abrazo “¿aliviado?”
Esteban