Como sabéis, me gusta considerarme una persona libre, que escribe sobre lo que le da la gana, cuando le da la gana y como le da la gana por lo que, si hay algo que me pone realmente furioso, es que me dicten el tema sobre el cual me apetece “soltar cuatro verdades”. Sin embargo, también soy una persona que se precia de hacer lo que hay que hacer, cuando hay que hacerlo.
Hoy, lo que toca es hablar del último asesinato de E.T.A. y no voy a ser yo él que eluda la tarea que me corresponde. No creo que merezca la pena dar ninguna explicación sobre los hechos ya que, seguro, todos vosotros habéis visto multitud de imágenes y crónicas así que, en los siguientes párrafos, voy a limitarme a dar opiniones, cosa que, por otra parte, es el objeto ineludible de este blog.
A pesar de ser consciente de la ínfima repercusión de mis palabras, quiero, mediante este post, transmitir mi solidaridad a la familia, mi horror ante la barbarie, mi vergüenza por que me utilicen, como vasco que soy, para defender la lógica de este acto, mi pena porque los seres humanos sigamos sin aprender nada, mi miedo de que esta situación no se acabe nunca, mi desesperación por lo poco que puedo hacer, mi compromiso con la razón y la palabra.
No hay nada, que justifique o absuelva del delito de matar a otro ser humano a sangre fria. Ni patrias, ni banderas, ni ideas, ni religiones pueden dar ninguna soporte moral al asesinato.
¿Cómo puede haber alguien que justifique lo injustificable? ¿Hasta que punto una mente no enferma puede aplaudir el que se quite una vida?. Reconozco que mi pequeño cerebro es incapaz de entenderlo y me temo que nunca lo hará.
En la mayor de las impotencias, lo único que puedo y se hacer, es escribir lo que siento. He empezado diciendo que no me gusta que me dicten mis artículos pero hoy, es lo que había que hacer y así lo he hecho.
Un abrazo “horrorizado”,
Esteban